martes, 27 de mayo de 2008

Al despuntar el alba los tristes lamentos de las campanas tañen a difunto, anunciando al tormentoso cielo que aquella que era querida ha muerto. Atrás quedo la larga noche tiñendo la dolorosa madrugada del amargo recuerdo de su agonizante cuerpo tendido sobre la desvencijada cama.
Dura ha sido la derrota al final de tan cruenta batalla, quebrados huesos fueron las espadas con las que el alma hizo frente a la bella encapuchada.
Afuera, llovían lágrimas de plata; en la penumbra de la estancia, aquella vida se apagaba; en mitad de la noche los vientos por ella suspiraban.
Hoy el día viste de luto su cara cuando, en silenciosa procesión, llevan a hombros su cuerpo yerto, con sombras en sus rostros, rabia en sus almas y una luz apagada en sus miradas.
Allá la llevan caminando entre cipreses, allá van por calles de muertos bajo losas de piedra, lentamente como almas en pena, buscando del porqué la respuesta.
Del panteón en la cabecera, dos ángeles y una reina de facciones limpias y serenas, ocultando su doloroso llanto tras la bella máscara de piedra.
Ahora el tiempo se ha parado, ahora el último adiós llega a su punto más alto; las hermosas flores de la ciudad de los muertos se marchitan, los pájaros su trino han acallado.
Las últimas palabras retumban en los oídos de miles de cristalinas miradas, en este día sin sombras en el que la vida se vuelve una carga más pesada.
Vivió y se hizo querer, quiso he hizo vivir, murió y el mundo de ella se despidió; yo sin embargo me niego a decir esas palabras que significan adiós.
Bajo la lluvia, en esta soledad, revivo melancólicamente los recuerdos
guardados en el corazón, porque esa es la manera de dar vida eterna y no tener
que decir adiós.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La esclavitud de un cuerpo puede ser una de las peores cosas que pueden sucedernos. Cuando te esfuerzas en dejarte ver y no sirve de mucho porque los demás han corrido la cortina de sus ojos y de su corazón.
Cuando de momento te ves en el vacío porque el cuerpo que retienes en tu mente, de repente, vuela y se te escapa de las manos y sabes que nunca más volverá.
Es tan... ¿doloroso?
O puede que, es que simplemente odias saber que la belleza que ves en ella, es el reflejo de tu belleza, de tu amor, y entonces comprendes que verte reflejada es como la mejor de las drogas para tí...ya no podrás inventar entre las sábanas.
Es decir, tu creatividad se ve mutilada... Y eso es lo que duele de verdad. Porque hemos nacido para crear.
Nos engañamos muy a menudo, y delante de esa ausencia, quieres que tu rutina sea la de siempre, para refugiarte de su recuerdo,... pero la ves en todas partes. Ves su sonrisa, la hueles, la oyes...Quieres volver a saborearla. Y siempre crees que has perdido la oportunidad de tu vida...
Crees que la cancion ha dejado de sonar y que tus pies ya no van a responder ante ninguna otra canción...porque esa era tu canción favorita.
Tenemos el defecto de aprender por las malas casi siempre. Sólo que nosotros preferimos salir a echar unas birras con los colegas y nos reservamos lo que realmente duele.
En fin, de todas maneras, pensad que al final, si habéis sido esclavas/os de algún cuerpo, y os han liberado de repente, no os preocupéis.
Como con cualquier otra adicción, lo que juega a nuestro favor, es el tiempo.
Encontrarse en libertad al principio nos asusta, porque te crees indefensa/o ante la ignorancia de no tener que cumplir ninguna obligación, de no saber muy bien qué hacer... El tiempo hace que se te vaya el "mono". El tiempo cura esa resaca hasta que tu cuerpo se recupera y vuelve a querer experimentar con otras pieles.

Y entonces se abre otro ciclo, y mudas de piel y deseas de cualquier manera, volver a lamer centímetros de piel, volver a morder un cuello, volver a sentir el roce del calor de un cuerpo, de llenar labios de besos, de deslizarte encima de una espalda, de revivir a alguien con tu abrazo, de oler ese aroma en los acantilados de la cintura, de sonrojar con la mirada, de reír al florecer, de ver con tus dedos el suave tacto del deseo, de retorcerse ante el milagro de la sorpresa, de tropezarte con una lengua, de volver a estremecerte entre las sábanas o el lavabo de una discoteca...

Y aunque en este momento no lo creáis, esperad con paciencia y cuidaros las heridas, porque si no las desinfectas bien antes de que se cierren, luego duelen.
Quereros y no cometáis un suicidio voluntario del amor. Hasta que llega, otra vez, otra "ella"... puede que sea ésta...piensas.

No os perdáis la oportunidad de conocer ese tacto que aún no conocéis
pero que siempre recordaréis.

Anónimo dijo...

No te quejaras del comentario tan extenso que te han hecho (es otra poesia).Yo solo te puedo decir que me gusta,que te lo pases bien en tus vacaciones y que vuelvas a escribir cuando regreses.Terete